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Superpoderes para el día a día :: cómo convertirse en Hanuman


De India a Lanka, desde los valles hasta las cimas de los Himalayas, desde las ramas de los árboles, hasta el sol, desde el exterior a lo más profundo y vuelta. En Hanuman todo paso es un salto al vacío.

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Hanuman nos habla de nuestra capacidad instintiva para aceptar desafíos.

De nuestro poder de concentración para deshacer los nudos que se nos presentan, de la valentía para lograr nuestros deseos, de la lealtad hacia todo aquello en lo que creemos.

Y del juego, siempre a caballo entre el recuerdo y el olvido, de ser más conscientes.

todos los superhéroes quieren ser Hanuman

Spiderman con sus saltos en misiones imposibles. Superman haciendo saltar los botones de su camisa y despegando desde su cabina telefónica. Lobezno con sus patillas.

Hasta Jesucristo quiere ser como Hanuman.

Y nosotros también.

Pero, ¿por qué?

  • Porque a veces sentimos que nos faltan las fuerzas para hacer realidad nuestros deseos.

  • Porque la vida se complica a tope en algunas ocasiones, y el día no nos da para todo.

  • Porque se nos olvidan nuestros propósitos de año nuevo a mediados de enero.

  • Y también porque queremos ser mejores personas. Más leales. Más valientes. Más capaces. Como Hanuman.

Una de las leyendas sobre Hanuman cuenta que después de su primer salto (solo quería darle un bocado al sol) se organizó un buen lío. Los sabios ascetas, que en los cuentos siempre tienen bastante mala leche y ninguna paciencia con los deslices de los demás, le condenan a olvidar. A no ser consciente de sus superpoderes hasta que alguien se los recuerde.

Y por eso sentimos que no podemos ser como Hanuman. Porque ya somos como él. Se nos olvida pronto todo lo que hemos hecho y todo lo que somos capaces de hacer.

La única forma de recordarlo es dejar de comernos la olla y pasar a la acción. Y esa acción es yoga. Nuestra práctica. Una danza entre el olvido y el recuerdo de quiénes somos.


Ashta Siddhi: los 8 superpoderes de Hanuman

La rasa*, el sabor que caracteriza a Hanuman es Vira: la cualidad del héroe, del guerrero. Es hijo del viento y nace como un deseo de Shiva.

En esta ocasión Shiva elige participar en los ritmos del mundo como un mono, como el hijo de Anjani. Pero su naturaleza guerrera, su valentía y su arrojo, tienen su origen en otra rasa, Karuna, la compasión, porque lo que quiere sobre todo es ayudar a Rama y Sita a que se encuentren de nuevo.

Y para ello, Shiva está dispuesto a descender a la Tierra y verse envuelto en una aventura violenta y heroica, y se convierte en Maha Vira, el gran héroe: Hanuman.

Para esta misión le acompañan ocho poderes, Ashta Siddhi. Los poderes clásicos del ser realizado, del yogi.

  • Anima: el poder de hacerte tan pequeño como un átomo.

  • Mahima: la capacidad de expandirte hasta un tamaño infinito.

  • Laghima: el poder de ser ligero como una pluma.

  • Prapti: la habilidad de estar en cualquier lugar que desees.

  • Prakamya: ser capaz de levar a cabo todos tus deseos.

  • Istva: dominio sobre la creación.

  • Vastva: dominio sobre los elementos.

A veces parece que estos poderes llegan a Hanuman como fruto de su profunda devoción. De bhakti. De su entrega absoluta a dios, a Rama, y a Sita.

Pero estos poderes no se reciben del cielo. No provienen de la gracia divina. Yoga es practicarlos y cultivarlos.

De hecho, todos tenemos algunos de estos superpoderes. O en realidad... casi todos.

Hanuman se hace pequeño, del tamaño de un mosquito, para despistar a las demonesas que vigilan a Sita y poder hablar con ella. Y se expande y se hace enorme, para poder salir de las fauces de una serpiente marina.

¿Cómo existen estos dos superpoderes de los cuentos en la vida diraria? ¿Eres capaz de ser sutil? ¿De concentrarte completamente en una labor específica durante horas? ¿Eres capaz de expandirte, de multiplicarte, de llegar a mil cosas, de estar por tu trabajo, tus estudios, tu familia, tu pareja, y encima preparar una cena para los amigos? ¿Cuántas veces has logrado objetivos que parecían imposibles? Podemos ser muy humildes a veces, muy modestas, pasar completamente desapercibidas. A veces podemos ser terribles, feroces, y convertir en cenizas el imperio de Lanka.

Los siddhi, cualquier “superpoder”, son un logro, no una recompensa. Ya sé que suena a retorno del jedi, pero la fuerza está en el aire, te rodea, está dentro de ti. Se obtiene a través de la acción adecuada. Conociéndose mejor a una misma. Y sabiendo distinguir: ¿cuándo es el momento de ser suave y discreta, de recoger la energía hacia una misma? ¿Cuándo es el momento de crecer y expandirse hacia los demás? ¿Cuándo es el momento de luchar?

Somos los creadores de nuestro universo. Cultivamos y ponemos estas cualidades en práctica mucho más a menudo de lo que pensamos, sin darnos ni cuenta. Como Hanuman.

La virtud del dios mono es una poderosa fuerza instintiva, la capacidad de la acción y la entrega. No piensa en su gloria y su bienestar nada más, sino en participar en una aventura más grande que él mismo.

hanumanasana :: conviértete en ti misma

En sus narrativas Hanuman da muchos saltos. Se dice que son saltos de fe.

Hanumanasana, es una de mis posturas preferidas. Pero no es ningún salto a ciegas. Es una postura comprometida. Requiere fuego, mucho tapas. Requiere mucha atención. No puedes expandirte hacia la nada. Te expandes desde el centro y con tu objetivo claro. Es necesario activar los músculos, absorber la energía de las piernas hacia ti, y solo desde esa solidez, manteniéndola, expandir tu postura, hacia la tierra y hacia el cielo. Y abrir tu pecho.

Hanuman es una manifestación de la fe que nos da fuerza. Pero la fe no es una creencia ciega.

En sánscrito es shraddha. Es “el lugar donde pones tu corazón”.

Desde un punto de vista tántrico, la fe no es una serie de convicciones que no se pueden verificar. Comienza en el lugar donde tejemos nuestras percepciones, nuestros pensamientos y nuestras emociones.

Es el impulso y la decisión de experimentar la confianza en nuestro deseo poniéndonos en marcha, sabiendo que tenemos la capacidad de llevarlo a cabo.

Y, al mismo tiempo, seguir cuestionándolo, evaluándolo, observándolo. Y ser capaz de seguir adelante en medio de ese torbellino.

Como hace Hanuman, hay que estar despierta, saltar en zig-zag, mover montañas, nunca rígidas en nuestras convicciones, siempre preparadas para el próximo salto.

Y en toda esa brincadera, convertirnos poco a poco no en Hanuman.

Sino en nosotras mismas.

{Hanumanasana es una asana similar al clásico spagat del ballet. // Rasa es la paleta de emociones a través de la que recibimos y expresamos la vida; pronto tendrás por aquí un post sobre este tema}